Aunque estemos viviendo (o mejor, sobreviviendo) estos tiempos de crisis monumental, dicen que soñar no cuesta dinero (de momento), y siempre está bien lo de alegrarse la vista con las maravillosas ocurrencias de nuestros diseñadores favoritos.
Como ya sabéis, mi pasión por todo lo relacionado con Christian Louboutin es algo público, reiterado y hasta cansino. Y aunque mi delicado estómago no me deja beber, lo único que me hace saltarme los dictados de mi médico es el champagne rosé. Por eso, cuando mi querido Ferrán me envió esta fotografía, casi se me saltan los ojos de la emoción.